RASGOS DE LA ESCLAVITUD MODERNA

     Algunos piensan en la esclavitud como algo superado, un pasado incómodo que la humanidad dejó atrás. Pero el camino de la lucha por los derechos humanos no siempre se ha mostrado ascendente, y con el paso de los años, lo que evolucionó muchas veces fueron las formas, no así su esencia.

Vale preguntarnos entonces ¿la esclavitud realmente está abolida?

 En siglos pasados, miles de personas eran consideradas esclavas y estaban bajo el servicio y propiedad de otras. Si bien era cuantioso el número de vedados de toda libertad y derecho, el sistema no parecía estar en absoluta fragilidad, a merced del  estallido o rebelión de los oprimidos. En cierta medida, podemos suponer que ellos veían aceptable, comprensible y normal la idea de su condición sub-humana. Muchos incluso no habían conocido otra cosa más que el trato de esclavo, por lo que no sentían la necesidad de luchar por aquello que desconocían.
Se puede notar que ya en épocas muy remotas la esclavitud era abiertamente aceptada y defendida. De hecho, filósofos como Aristóteles la consideraban natural a las sociedades humanas. En ese contexto de ojos vendados, no sería descabellado imaginar que en nuestros días, algunos paños se encuentren cubriendo nuestra vista, y ante tal ceguera parcial aceptemos y normalicemos algunos hechos que violan y privan nuestra genuina libertad.

¿A qué se considera esclavitud?  

Esclavo es aquella persona que está bajo el dominio de otra y que, por lo tanto, carece de libertad. Esclavitud es todo aquello que coarta nuestras facultad de decidir por nuestra cuenta. A partir del siglo XVII se inició fuertemente un movimiento de antiesclavitud, apoyado por las ideas innovadoras de la Ilustración y por un motivo económico aún más potente: la Revolución Industrial. Pero lo que este fenómeno provocó no fue justamente una total libertad del ser humano, sino un cambio de reglas en el sistema:


" La esclavitud no se abolió, se cambió a 8 horas diarias" 

" La esclavitud no se ha abolido, se ha puesto en nómina" 

  El sistema terminó reciclando la figura de la esclavitud, pero maquillada a los tiempos que corren. Son claras las señales que demuestran que el sistema actual necesita, usa y mantiene esclavos, pero aquellos capaces de verlo son rechazados por anarquistas o rebeldes.

Esclavitud Económica/consumista:

La esclavitud económica se manifiesta cuando nuestras necesidades superan ampliamente nuestros ingresos. Una esclavitud que cuenta con muchos años de historia es la que atraviesan las personas pobres que deben aceptar trabajos mal pagos, en pésimas condiciones y sin ninguna protección, todo para poder llevar comida a sus hogares, y paliar minimamente sus necesidades básicas.
Pero un reciente tipo de esclavitud surge cuando las personas se convencen de necesitar muchas cosas que el sistema les propone, rompiendo así el equilibrio necesidades = ingresos:




Necesito un teléfono de punta, un televisor HD, necesito un vehículo, electrodomésticos, etc. Todo es justificable para nuestras mentes, aún siendo por razones impuestas y no propias. El punto es que comenzamos a consumir y adquirir muy sobre lo que podemos pagar. Entramos en el perverso juego de comprar más de lo que estamos en condiciones y nos hundimos en una esclavitud irreversible.
Los Bancos y financistas se disfrazan de cordero, y comienzan a encadenarnos con el dinero prestado, prometiendo llenar algún vacío existencial con bienes materiales, o apelando a esos sueños sensibles de la casa propia, el auto, los lujos, y demás bienes que dicen venir atados a la felicidad.

Esclavitud Social:

La necesidad del reconocimiento, del status o del prestigio, de conservar una imagen "aceptable moralmente", son también formas de auto-esclavitud. Personas que por buscar "ser alguien" (como si esa condición no la tuvieras con sólo existir) aceptan trabajos, toman decisiones y resignan sus vidas para vivirla de acuerdo a los altos estándares sociales. En una sociedad que idolatra al "exitoso" y desecha al resto, se mira con desprecio a todo aquel que no compite, que no asciende, que no gana dinero, o que camina al costado de sus reglas.
 Bajo este telón de hipocresías y apariencias, las personas comienzan a construir una doble vida, una doble moral, un doble discurso: " el aceptable" y el verdadero. La fragmentación se convierte en el  único bálsamo que les permite vivir como hubiesen querido.

Esclavitud Política:

La libertad de pensar y elegir en términos políticos tampoco es un derecho de todos. Los políticos imponen, presionan, chantajean y abusan de las necesidades y condiciones de los más débiles. Los pobres son rehenes de un sistema que se apodera de sus votos y su voluntad a cambio de migajas, de un pobre subsidio, de una miserable ayuda asistencial. Un pueblo débil y sumiso perpetua la esclavitud política, que monta circos para convencer que celebran una " auténtica democracia " .

Conclusiones:

Cuando creemos que elegimos, no lo hacemos, cuando creemos que nos gusta, no nos gusta. Cuando nos convencemos que lo necesitamos, realmente no lo necesitamos. Tragamos sin masticar mensajes subliminares que nos agradan, que nos dejan un dulce sabor en la boca, pero una fuerte amargura en las entrañas. Atrapados en el negocio de la ilusión, la zanahoria de la felicidad que perseguimos nos lleva más a la dependencia.
Seguimos dormidos, mientras las cadenas poco a poco nos van quitando movilidad propia. Así estamos hoy, en la fantasía de la libertad. ¿ Acaso pensaste que ya no eramos esclavos?





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